viernes, 9 de junio de 2017

Picasso y el Mediterráneo. La alegría de vivir


 



Una exposición de luz y mar. Orillas y fiestas taurinas. Hasta el 15 de agosto la tenemos en la Fundación Canal (Mateo Inurria, 3)

91 piezas traídas de la Fundación Picasso de Málaga. Llevan una historia común. Temas y lugares que le inspiraron. Nos invade el azul claro y las ondas de camisetas marineras de la exposición. Tranquilizador , la estética de la disposición de las salas agrada e invita al paseo sosegado por la arena ficticia. Con esa tranquilidad de espíritu enfrentamos al salvaje toro de la Fiesta Nacional, tema del que era entusiasta Picasso, con el júbilo de las playas o el sueño de los faunos.

Una pared acoge las soberbias litografías de la serie Toro. Picasso aborda de forma faseada esta figura animal desde una aproximación realista, detallada (las primeras), para pasar por su personal interpretación cubista donde se va desvaneciendo la forma, se geometriza el cuerpo del animal, apareciendo luego una testa que más parece una máscara africana, para terminar con una sublime simplificación de la figura en un renglón. De la robustez inicial del toro a la sencillez de una línea prehistórica (infantil y preclara (¿). Una repetición pero también una minuciosa cadena en la que cada eslabón añade o elimina formas, luces, contrastes de las interpretaciones anteriores.

Otras zonas de la muestra nos presentan escenas de playa en cerámicas, bañistas y sombrillas en platos y fuentes. La alegría mediterránea de vivir. La vida, el sol y el bullicio del gentío ensordecen los oídos de un espectador atento.

La sección dedicada a los cuerpos nos da las pautas primordiales del desnudo medido, grecolatino, de figuras erguidas y perfiles perfectos. Otra sala nos dedica el ardor y pasión de Picasso por la mitología, como creador de su propia mitología particular, con faunos campestres y panes embaucando con sus flautas. Minotauros representando lo bello y a la vez lo oscuro del ser humano (la misma dualidad intelectual de Picasso?), Venus y el amor (2 litografías de serie, como las del Toro y las de Mujeres de Argel de la última sala).

Con las “Mujeres de Argel”  disfrutaremos de la visión particular de Picasso (distinta a la mirada romántica y suntuosa de su admirado Delacroix), libre, risueña y amoral, des-consagrada. La misma idea de serie litográfica (variantes sobre un mismo tema) se han visto ya en distintas zonas de la exhibición. Y terminaremos con bodegones marinos de peces y bogavantes, alimentos de costa, muy mediterráneos…., para emplatarlos en la última fuente de la exposición. ¡Tan festivo!

jueves, 8 de junio de 2017

Rafael Moneo. Una Reflexión Teórica desde la profesión.






La vida no está pensada para hacer planes. Yo nunca los he hecho más allá de las vacaciones de verano” (Rafael Moneo)

 

Una retrospectiva que podemos disfrutar hasta el 11 de junio en el Museo Thyssen Bornemisza.

¿Qué labor tiene hoy en día un arquitecto?. En épocas nada propicias en España para esta profesión, altas capacidades que emigran para la búsqueda de un nuevo Dorado, la historia del tudelano Rafael Moneo nos puede servir de referente ejemplar. Una selección de dibujos, maquetas, fotografías de encargos de este arquitecto nacional. La muestra ha paseado por A Coruña y es, de hecho, una retrospectiva (la primera en el Thyssen) de su trabajo y vida profesional.

La exposición pivota a través de sus dibujos (121), son el hilo conductor, esenciales en el proceso intelectivo del trabajo de cualquier arquitecto porque van configurando la idea de un proyecto. Los dibujos para Moneo son una herramienta principal para el desarrollo de sus propuestas (un arquitecto siempre recurre al “rasguño”, al dibujo, pues es la manera de plasmar una idea en cuanto nace como simple intención). Actualmente pueden estar en desuso pero no en aquel momento. A través de ellos se van definiendo las decisiones del trabajo final de este arquitecto, para su organización mental.

El croquis (se usaba lápiz sobre papel de croquis semitransparente) para la casa de la Moraleja de Alfonso Gómez-Acebo tiene su encanto e importancia. Su diseño rompedor y noble, con una balaustrada y plantas colgantes nos transporta a décadas pasadas. O bien las viviendas en el Paseo de la Habana (73-77), que se pueden disfrutar si uno se pasea por esta calle. Se muestran planos amarillentos por el paso del tiempo muy significativos que Moneo tenía guardados en su sótano y que recupera el Comisario  Francisco González de Canales para esta exposición. Las cuidadas 19 maquetas expuestas son una delicia. A modo de casas de muñecas perfectamente diseñadas, materiales limpios y pulidos.

La siguiente sección del recorrido ya no tendrá tantos dibujos. Se van sustituyendo aquél con otras técnicas (maquetación y fotografías), aunque Moneo jamás renunciará a él.

Las fotos también acompañan fuerte y nos modelan otros trabajos internacionales y nacionales premiados (él, único español, galardonado en 1996 con el premio Pritzker de Arquitectura, y antes con el Príncipe de Asturias de las Artes en el 92, entre otros muchos), junto con otros que ni siquiera llegaron a nacer, pero cuyos planos podemos disfrutar.

A él debemos la inteligente ampliación del Museo del Prado (98-07), 1er premio. La catedral de Ntra. Sra. de los Ángeles (en L.A., California, 96-02), también 1º premio. Suya es la nueva imagen de la estación de Atocha en Madrid. Muchos ejemplos que podremos contemplar con los planos, maquetas y fotografías expuestos en la muestra.

Siempre que se le pregunta por su modelo de inspiración, responde que no es unívoco, aunque dice que hay siempre que reflexionar. “Una reflexión basada en la certeza de que detrás de las formas de la arquitectura existe una determinada visión del mundo, un mensaje oculto que hemos de descifrar para comprender el presente”. En su intervención para el Museo de Arte Romano de Mérida nos inunda la belleza de la historia recalificada para los tiempos modernos (un espacio absolutamente romano para disfrute del presente). Insertado en plena ciudad antigua, dialoga con el pasado histórico a través de sus poderosos arcos (gusto romano), el ladrillo rojo y la iluminación para adaptarse a él. Usa el paisaje y su historia para concebir sus obras. También la Fundación Miró en Palma nos transmite esta concepción.

Si, además, tienes la suerte de encontrarte con él mientras pasea sonriente entre sus obras e, incluso, saludarle (incluso a horas intempestivas como las cuatro de la tarde de un día corriente), entonces la visita quedará para siempre en el recuerdo.